Juan Ramón Rallo
Juan Ramón Rallo (1984) es un economista, escritor, profesor universitario y socio fundador del laboratorio de ideas del Instituto Juan de Mariana, del que también fue director. También es conocido por su papel como conferenciante en universidades y jornadas académicas y como tertuliano en diversos medios de comunicación.
Se licenció en Derecho y Economía por la Universidad de Valencia e hizo el doctorado en Economía por la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid. En la actualidad, es profesor en la Universidad Francisco Marroquín, en el centro de estudios OMMA, en la IE University y en la IE Business School. Colabora habitualmente en prensa con El Confidencial y La Razón y como analista económico en La Sexta Noche, Al Rojo Vivo o Espejo Público.
¿A quién defiendo yo? Pues yo defiendo la libertad, porque es lo correcto, al margen de cálculos utilitaristas.
La editorial Deusto ha publicado gran parte de sus escritos, entre los que podemos encontrar los libros su último bestseller Anti-Marx: crítica a la economía política marxista, El liberalismo no es pecado, Una alternativa liberal para salir de la crisis, Una revolución liberal para España, Contra la renta básica, La pizarra de Juan Ramón Rallo, Contra la Teoría Monetaria Moderna y Liberalismo: los diez principios básicos del orden político liberal.
Su ideología económica supone la combinación de las directrices provenientes del liberalismo, el libertarismo, el anarcocapitalismo, el minarquismo y el pensamiento individualista elaborado por la escuela austriaca.
Liberalismo y democracia son conceptos distintos y, en ocasiones, claro que pueden resultar antagónicos. El liberalismo se refiere a cuán limitado ha de ser el poder; la democracia, a cómo debe distribuirse ese poder. En ese sentido, coincido con Hayek en que la democracia puede ser en muchísimas ocasiones antiliberal: a saber, un poder absoluto (capaz de conculcar cualquier derecho individual) pero muy distribuido entre los votantes. Una tiranía de la mayoría, vaya. En lo que no coincido es en la idea de que un poder muy concentrado vaya a ser sostenidamente limitado en el tiempo. Hay muy pocos ejemplos de que ello sea viable (quizá el Principado de Liechtenstein). Por eso, mi preferencia es una democracia liberal: es decir, un Estado ultramínimo organizado de manera democrática.