Edurne Pasaban
Edurne Pasaban (1973) es alpinista y la primera mujer en completar la ascensión de los 14 ochomiles. Además, es licenciada en Ingeniería Industrial, ha realizado dos másteres – Gestión de Recursos Humanos y Executive MBA- en ESADE, un tercero en Coaching Ejecutivo y Management en IE Business School y autora de 'Catorce veces ocho mil, Una historia de superación personal para vencer el más grande de los desafíos' (Ed. Planeta).
Su faceta empresaria se basa en dar conferencias, en la gestión de distintos inmuebles hosteleros, de una fundación creada por ella misma para ayudar a los niños de Nepal, país que considera su segunda casa, y de un negocio de excursiones de trineos tirados por perros y motos de nieve en Montgarri (Pirineos).
El objetivo de sus ponencias es trasladar a la audiencia los valores y enseñanzas que ha ido adquiriendo a lo largo de su vida, tanto en lo alto de la montaña como a nivel de suelo. Pasaban comparte las claves para materializar el éxito en la empresa venciendo los obstáculos, incertidumbres y dificultades que aparezcan en el ascenso.
Hoy no subo ochomiles, pero la montaña sigue en mí. Lo que aprendí lo enseño a los demás
Cuando tenía quince años, su primo Asier -futuro compañero de cumbre en varios ochomiles- le enseñó a escalar en roca. Un año después ascendía el Montblanc. Luego escaló los Andes para, finalmente, enfrentarse a su primer reto en el Himalaya: el Dhaulagiri, que intentó (sin cumbre) en 1998. El punto de inflexión llegó en 2001, cuando fue propuesta como miembro de una expedición al Everest. En aquel momento, Pasaban, con veintiocho años, era aún una perfecta desconocida en el mundo del alpinismo. Al año siguiente, volvió a hacer cumbre en el durísimo Makalu. En 2003 enlazó las cimas de tres ochomiles, el Lhotse y los dos Gasherbrums, un logro reservado a muy pocos alpinistas de élite.
Traumáticas experiencias le han llevado a replantearse su futuro en varias ocasiones: perder compañeros de escalada, sufrir amputaciones en su propio cuerpo por congelación y una profunda depresión. Sin embargo, entendió que no sería feliz alejada de la montaña.
Gracias a la constancia y al esfuerzo son innumerables los premios que ha recibido, entre los que destaca la Medalla de Oro al Mérito Deportivo y El Premio Reina Sofía a la Mejor Deportista del Año en 2010.